Opel ha querido diferenciar sus modelos más potentes con un sello propio, y ha decidido recuperar unas siglas históricas dentro de la marca, GSe, que en su día estuvieron vinculadas a coches de corte deportivo de inyección, como el pionero Commodore de 1968 o el Monza GSe de 1986, pero ahora lo están con sus modelos electrificados.
Mucho han cambiado los tiempos, pero no el concepto. Para empezar, tanto el Astra (también el familiar Sports Tourer) como el Grandland GSe presentan detalles estéticos atractivos y diferenciadores como el contraste de colores (la carrocería es bitono), los paragolpes específicos, las grandes llantas de aleación de 18 y 19 pulgadas, el difusor trasero, el logotipo o los asientos AGR envolventes con Alcantara del interior.
No falta potencia en ninguno de los casos, porque las versiones GSe se apoyan en las variantes híbridas más potentes de cada modelo. El Opel Astra GSe combina el poder del motor térmico de cuatro cilindros y 180 caballos con el eléctrico de 81,2 kW para ofrecer 225 CV de potencia total. Este sistema híbrido enchufable permite al compacto acelerar de 0 a 100 km/h en solo 7,5 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 235 km/h. Con la batería de 12,4 kWh asociada, otro valor añadido de este modelo con etiqueta Cero de la DGT es la posibilidad de recorrer hasta 64 km en modo eléctrico, y además su tiempo de recarga en un enchufe apenas dura 2 horas.
El Grandland GSe sube la apuesta con el sistema híbrido de 300 caballos, en este caso fruto del trabajo de un propulsor turboalimentado de 1,6 litros y 200 CV y dos motores eléctricos, uno en cada eje, que a su vez se convierte en un efectivo sistema de tracción total.
En este caso, el Grandland solo tarda 6,1 segundos en pasar de 0 a 100 km/h, una cifra nada desdeñable para un SUV compacto, y la autonomía es de 63 km mediante la batería de 14,6 kWh incorporada.
Pero no solo es diseño y motor, también se ha hecho un ajuste del chasis apropiado a las características más dinámicas de estos Astra y Grandland, y para ello la altura al suelo se ha rebajado en 10 mm y se ha potenciado la estabilidad y el agarre con la tecnología FSD (Frecuency Selective Damping) desarrollada en colaboración con la firma especializada Koni.
Al volante
Nos hemos desplazado a Málaga para tener una breve toma de contacto con ambos modelos por la Sierra de Las Nieves, y lo cierto es que estéticamente ya invitan a subirse y disfrutar de la conducción.
Acomodados en los asientos envolventes y ergonómicos, y con una perfecta posición al volante, tanto Astra como Grandland rinden a muy buen nivel y se adecúan a la conducción mediante los diferentes modos disponibles, Eléctrico, Híbrido y Sport en el caso del Astra y con el la opción 4×4 adicional para el Grandland.
Como siempre es una delicia rodar con el silencio y suavidad que proporciona el funcionamiento eléctrico, sobre todo en las zonas urbanas, y el motor térmico ofrece el temperamento necesario cuando se demanda potencia, pero nunca de una forma brusca. La suspensión es un 11% más firme que las versiones PHEV de Astra y Grandland, pero en ningún momento se ve comprometido el confort en carreteras abiertas o autopista, y además el conjunto se muestra muy eficaz en zonas sinuosas, como hemos podido comprobar. Ni siquiera el SUV, con su mayor volumen y peso, pierde la compostura.
Abiertos ya los pedidos y con las entregas previstas para primavera, el precio del Opel Astra GSe parte de los 40.900 euros y el del Grandland de los 57.600 (el Sports Tourer llegará más adelante y no se ha fijado la cuantía). Es un nivel de precio importante, pero hablamos de mecánicas híbridas enchufables con etiqueta Cero de alta potencia, con chasis adaptados y una lista de equipamiento muy importante en el que destaca el acceso y arranque sin llave, las pantallas digitales, el cargador inalámbrico para smartphones, el paquete de seguridad y asistencia a la conducción Intelli-Drive o la cámara Intelli-Vision de 360 grados, entre otros muchos elementos.
Source: NoticiasCoches